El ser católica por crianza es
algo que comparto con muchos de los que se tropiecen estas líneas, si eres uno
de ellos al menos tendrás en tu haber tres sacramentos (bautismo, confesión,
eucaristía o primera comunión), si no eres uno de ellos, igual les habrás
escuchado alguna vez. Ahora bien, más que de crianza, de algún tiempo a esta
fecha me considero Cristiana Católica por convicción, porque experiencias de
estudio en espiritualidad me han llevado a eso.
Pero este no es un escrito sobre
mi espiritualidad, eso es para vivirlo, no para contarlo.. Esta es una
reflexión sobre lo que se entiende como
el
deber de todo cristiano a ser llamado a la santidad, (solo escribirlo que
me hace escuchar el roce brusco de los cauchos en el pavimento de mi mente con
un fuerte frenazo, te invito a que reproduzcas ese frenazo que sonaba en las
presentaciones de PowerPoint), y es que ser santo se me hace una tarea muy
difícil. La razón tras esta reflexión viene por una discusión con mi grupo de
apostolado sobre los
10 consejos de Benedicto XVI a la gente joven, específicamente su numeral 4, y que cito de seguido
Estar alegres: querer ser santos
“Más allá de las vocaciones de especial consagración,
está la vocación propia de todo bautizado: también es ésta una vocación a aquel
alto grado de la vida cristiana ordinaria que se expresa en la santidad. Cuando
se encuentra a Jesús y se acoge su Evangelio, la vida cambia y uno es empujado
a comunicar a los demás la propia experiencia (...). La Iglesia necesita
santos. Todos estamos llamados a la santidad, y sólo los santos pueden renovar
la humanidad. Os invito a que os esforcéis estos días por servir sin reservas a
Cristo, cueste lo que cueste. El encuentro con Jesucristo os permitirá gustar
interiormente la alegría de su presencia viva y vivificante, para testimoniarla
después en vuestro entorno”.
Como propuesta empieza muy bien y
entonces me topo con “…La Iglesia necesita santos…solo los santos pueden
renovar la humanidad…”… Whaaaaaaat! ¿pretenden que sea santa? ¿en serio?, y justo
en ese instante comienzan a pasar por mi cabeza miles de mis acciones nada
“santas” y solo puedo pensar que eso de santos es para otros; además, seamos
sinceros, mi nombre no pega con Santa por ningún lado (Gracias Mamá y Papá por
rebuscarse tanto con mi nombre). Luego de la primera impresión, seguí dándole
vueltas a la idea, bastantes vueltas considerando que lo hablamos el fin de
semana, ya hoy es jueves de la semana siguiente y yo aún malpegada, por lo que
me propuse plantearme mi visión de eso, así:
La imagen que tengo formada de
los santos es bastante inalcanzable, pero eso no es un invento de mi mente, se
ven de esa forma porque así lo ha hecho ver la Iglesia, la misma Iglesia que me
inculcó que Dios castiga, que si haces mal te irá mal y cualquier otra cantidad
de miedos infundados, en mentes sin formación para defenderse, pero ahora que
mi mente es otra, y que mis argumentos están en el mismo libro donde ellos
tanto se escudan, La Biblia; puedo decir con tranquilidad que el Dios que
castigaba y pedía penitencia y sacrificios para expiar las culpas se quedó en
el Antiguo Testamento, así que YA SUPERENLO SI?
La verdad es que –según el Nuevo
Testamento– Jesús vino para salvarnos y para perdonarnos los pecados. Buuu juuu
monjitas del colegio, fui salvada… Y con esto quiero decir que, no, Benedicto,
no tengo interés en ser santa, tengo interés en seguir viviendo como cristiana,
creer en la Santísima Trinidad y hacer el bien a quien pueda. Pero olvídate del
cuento de poner la otra mejilla, eso es para entes superiores, yo me conformo
con no matar y tratar –con una gran cuota de esfuerzo– de amar y más que todo
entender a mis hermanos.
El día que la misma Iglesia a la
que pertenezco deje de discriminar “solapadamente” y entiendan que la misión de
Jesús en la tierra fue la de aceptar e incluir a los “rechazados”, habrá más
católicos en el mundo (que es lo que la misma Iglesia busca) pero, aún más
importante, habrá más aceptación entre todos y eso debería –aunque sea en mi
utopía personal– permitirnos vivir en un mundo mejor, donde las señoras que se
dan golpes de pecho en misa no salen diciendo groserías porque les trancaron el
carro en el estacionamiento, donde el vínculo familiar y humano se respete y no
cueste tan barato la vida de alguien para un sicario, porque simplemente ya no
habría sicarios, pero hey! ESA es mi utopía, y lo que interesa de todo esto es
que: No necesito ser Santa, con ser y
vivir como hija amada y salvada de Dios me basta y me sobra.