23 noviembre, 2010

Postura religiosa parcializada o… mi polémica visión del criterio de la Iglesia sobre el SIDA.

Humanizar el sida… leí estas palabras entre el cúmulo de artículos que se consiguen sobre el papa Benedicto XVI sobre el uso del condón en su libro la luz del mundo (aquí el link más completo que conseguí). Que más humano que Virus de Inmunodeficiencia HUMANA. It doesn’t get more human than that, pero debo reconocer que es un paso gigante que la iglesia católica se haya pronunciado al respecto de una manera un poco más realista al respecto. Ni siquiera lo etiquetare como algo de mente abierta ni mucho menos porque estaría vanagloriando lo que aun veo como imposible.

De cualquier manera, que el Clero permita el uso del condón o profiláctico para coadyuvar a la no propagación del virus esta muy bien, considerando los tiempos que corren. Y ya sé que esta permisividad es solo a quienes ejercen la profesión de la prostitución pero es una luz al final del túnel para muchos hombres y mujeres forzados a prostituirse con católicos de apariencia que argumentan no usar el condón porque la Iglesia lo prohíbe. Más aún, pensando en los años por venir, me entra un fresquito pensar que podremos callarle la boca a los curas dogmáticos que aun plagan muchas de nuestras iglesias, so good one Ratzinger, es sólo que yo, como joven, pido mas…

Quisiera el uso obligatorio de preservativos, quisiera que de obligatorio se convirtiera en algo tan natural que ya no haga horrorizar a padres, madres y mojigatos, quiero que sea tan natural su uso que lo “normal” sea horrorizarse si no lo usas. Ciertamente ya muchos de mi generación de los 90´s estamos más habituados a su presencia en billeteras, monederos, carteras y guanteras de vehículos pero mientras me siga tropezando con amigas mojigatas que se espantan, machitos mal enfocados que si lo usan no sienten nada, y hombres y mujeres que simplemente se escondan tras la falacia de “eso a mi no me pasa”, mi anhelo por que este tabú sea la regla persistirá.

Mientras escribo estas líneas me saltan interrogantes que van más rápido que mis dedos, y eso es bastante decir, pero ¿qué pasa con esa esposa católica devota, entregada a las beneficencias, casada desde hace décadas con su amantísimo y fiel esposo, que en un infortunio en su ayudar al prójimo se contagió del virus por un objeto infectado, que la contaminó por culpa de esa cortada en la mano que se hizo mientras preparaba la comida para esa comunidad de bajos recursos? ¿le permitirá esa Iglesia en la que tanto ella cree, usar un preservativo para no contagiar a su esposo? ¿y qué pasa con el odontólogo/médico que se contagió mientras cursaba la rural (requisito obligatorio al menos en mi país para que los profesionales de la salud se reciban) y que no tuvo acceso al kit de medicamentos de emergencia ante contagio porque está en un pueblo casi incomunicado y en la medicatura rural no había? ¿tendrá ese profesional de salud que privarse de una sana vida en pareja porque en su frente y en su torrente sanguíneo esta tatuado el VIH?. El planteamiento de que la excepción de su uso solo para quienes ejercen la prostitución no solo me resulta denigrante y discriminatorio, sino que insultante respecto a personas que con virtud, oportunidades y voluntad de ayuda se tropiezan con la desdicha de contraer un virus que aun hoy es incurable.

Es mucha la tela que cortar, muchos los grupos de discusión que se seguirán formando al respecto, solo puedo esperar por el cambio de conciencia en todos, creo que debemos empezar por entender que el contagio del Virus de Inmunodeficiencia Humano y el padecimiento del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida no solo proviene del intercambio sexual consensual e irresponsable. Empecemos por dejar de etiquetar.

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